un poco de ajenjo

De las alas del hada verde para sus débiles mentes

lunes, abril 05, 2004

Sueños...



No alimente los sueños, no vale la pena... ¡Mátelos antes que ellos a usted! ¡Mátelos, redúzcalos a nada! Que se vuelvan cenizas su encanto, machaque su carne suave y perfumada y triture sus hermosos y azules huesos.

Si lo acosa un sueño, despedázelo sin tocarse el corazón, porque los sueños cuando son pequeños nos parecen tiernos, pero una vez que han alcanzado la madurez, al verse frustrados terminan por devorarnos...

Cuando se encuentre un sueño al cruzar la frontera ( cualquier frontera) si no puede matarlo, sáquele la vuelta. Nunca acoja a un sueño en condición de migrante, estos suelen delatarnos, ya que nos dan un brillo especial en los ojos y hacen que nuestro corazón palpite fuera del ritmo normal.

En cuanto a las edades del sueño: Cuando está recién concebido es fácil acabar con ellos, sólo tómese una píldora de preocupaciones para mañana y creame que no se acordará que alguna vez un sueño paso por su subconciente.

En el caso de los recién paridos. No se compadezca de su fragilidad de gatito huérfano, no permita que le engañe su tierna vocecita de sirena, no es recomendable acunarlo cerca del pecho porque se vuelven una larva que se cuela al corazón y lo taladra y lo deja lleno de huecos, inservible. Si lo encuentra recién parido le será mucho más fácil matarlo sumergiendolo en una cubeta de realidades próximas y frescas.

Si se lo ha encontrado en su etapa de desarrollo cuando las pasiones entre el sueño y usted comienzan a brotar, lo más apropiado para destruir a un sueño en pleno florecimiento es usar el consabido truco del horror, así el sueño se vuelve pesadilla y se prefire evitar. Pero si aun así ha caído presa de uno de estos nefastos habitantes del subconciente, envenénelo, pregúntele cuando piensa cumplir lo que le promete, humíllelo y búrlese de el mundo color de rosa en el que vive, así el sueño huirá despavorido, sin ganas de volver a topárselo jamás.

Es raro encontrarse sueños que hayan alcanzado la madurez, ya que la mayoría de ellos mueren o huyen de su dueño pero en dado caso que encuentre uno, favor de reportárselo al psicoanalista más cercano que tenga. Él se encargará de matarlo lentamente para después enfrascarlo, ponerlo en formol y exibirlo frente a sus colegas.

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