un poco de ajenjo

De las alas del hada verde para sus débiles mentes

miércoles, abril 27, 2005

Otro que se nos va...



Pues sí, ayer levanto el vuelo, se nos fue: Augusto Roa Bastos sin querer dijo adiós. Hijo pródigo de Paraguay, exiliado como muchos otros, adoptó al mundo como patria chica, porque pequeño es el mundo para gigantes como él. De su extensa obra el cuento que más me gusta es "El baldío".

Pues sí, otro que se nos va, ayer este Hijo de hombre levantó el vuelo y se fue muy lejos, pero su obra se queda. Buen viaje maese Roa Bastos, hasta siempre...

jueves, abril 21, 2005

Llorando por tu amor



-¿Qué mal te estaba haciendo pa' que tú me lastimes así? Si yo nomás quería quererte. No mucho, nomás poquito...

(La Diva llora con el rostro entre las manos, sin gemir muy alto y sacudiendo suavemente el cuerpo, cual deben llorar las divas cuando están heridas. El Demonio fuma sentado en su gran sillón de jefe infernal, se inclina hacia una caja de pañuelos desechables y coge tres, se los extiende a la Diva que sin dejar ver su rostro estira el brazo para alcanzarlos.)

-Deja de llorar, me choca que llores...

(El Demonio sigue fumando, la Diva ha dejado de llorar y ahora se limpia las lágrimas con la punta de un pañuelo doblado. De su bolso de mano saca un pequeño espejo y revisa su maquillaje, limpia el rimmel que ha escurrido debajo de sus ojos, saca un lápiz labial y se retoca. Vuelve a meter todo a su bolso, se pone de pie y se dirige hacia el Demonio que mira hacia el infinito, lo ve unos segundos antes de darle la espalda y comenzar a caminar hacia la puerta. Abre la puerta y antes de salir ve a su Demonio. Él la ignora. La Diva sale y en el escenario se hace lentamente un oscuro total...)

miércoles, abril 13, 2005

Querencias



Yo sabía que no se movería, que ni siquiera vibraría, pero insististe. Para darte gusto puse mis dedos tibios en el corazón de madera que la hace de indicador. No se movió, ya sabía que no sucedería. Nunca se ha movido más que para putearme. Solté el indicador y caminé hacia afuera. Me alcanzaste antes de llegar a la puerta y te pegaste a mi cuerpo (entonces mi corazón si que vibró.)

-"Ni la Ouija te quiere" susurraste con voz cálida y burlona a mi oído. Ya te me ibas, cuando te sujete del brazo para hacerte regresar.
-"Eso significa que tú tampoco me quieres, ¿verdad?" Miré tus ojos de ágata verde: estabas sorprendido. Una sonrisa fría se dibujó en mis labios pálidos. No esperé tu respuesta, te dí la espalda y comence a caminar (deseando que me detuvieras y me envolvieras en uno de tus abrazos tibios. Algo imposible que suceda) Llegué afuera, me puse mis lentes de sol para disimular las lágrimas que brillaban en mis ojos. -"¡Pinche hermoso día!" me dije entre dientes y me fui a trabajar...