Pos no sé si fue señal o puritita casualidad, la cosa es que hoy pasó que en la cafetería, justamente cuando platicaba con Paola me encontré, en el dintel de la ventana cercana a la mesa, 10 pesos chilenos. Primero pensé que eran 50 centavos mexicanos (tienen un color similar), y como siempre que encuentro una moneda la tomo, pues por costumbre la agarré. A diferencia de las de 50 centavos mexicanos, la sentí muy gruesa, la revisé y ví, que precisamente no era mexicana, sino chilena y pos me entró la nostalgia, de esa que se transmina por los huesos y se filtra entre venas, arterias, vasos y demás... Me sentí chiquita y helada...
-"Mira, es de Chile..." - le dije a Paola. "Por cierto... No te ha escrito Guillermo... (mi chileno.)"
-"No, para nada me ha escrito. ¿Y a tí?"
-"Neh... a mí tampoco me ha escrito. A lo mejor sigue enojado conmigo..."
-"¿Y eso?"
-"Pos por que le dije que nunca iré a Santiago a buscarlo. ¿Qué mamón, verdad?"
-"Ajá, ¡qué mamona tú! Si te mueres por largarte, no sé que haces aquí. Deberías irte."- Mirada que mata, Paola ni se inmuta, nudo en la (¡mi!) garganta. La monedita entre los dedos...
-"Nos vemos luego."- Beso-mejilla-mejilla-beso. Moneda al bolsillo y desde toda la tarde la he traído rodando, sacándola de vez en cuando para presumir que es la única moneda que traigo y que aquí, en Tijuana, no me sirve de nada. Me causa no sé que, saber que llevo uan moneda chilena en mi bolsillo. Me digo a mi misma "Son tarugadas, las señales no existen." Ahí la dejé, no seguí, pero toda la tarde he pensado (lo quiera aceptar o no) si acaso la tonta (y rara) aparición de la monedita es una señal para que me largue de una buena vez a Santiago, para que huya de esta frontera global, para que vaya a perderme bajo el cielo austral. Podría ser un pretexto tener que ir a gastarme esos 10 pesos chilenos que me encontré en donde menos me lo esperaba. ¿Qué compraría, para que me alcanza, me servirán acaso para pagar el autobus que me lleve hasta tu casa, o ni para llegar a tí puede que sirvan? Como sea, ahora rondan en el bolsillo izquierdo de mi pantalón a cientos de kilómetros de distancia del lugar donde fueron acuñados, hasta donde está ese maldito licántropo que me hace sufrir. Te extraño... U_u
P.D. ¡Chingada madre! ¡Qué mamona me pongo y lo que es peor: CUUUUUUUUUUURSIIIIIIIIIIIII! Y todo por una puñetera monedita... u_U